Reseña

David Byrne, vocalista de los Talking Heads, dice que las canciones son como un conjuro, un hechizo que se invoca en un escenario, con los instrumentos, cuando alguien los toca. Esa magia solo existe ahí y en ese instante. La idea de dibujar un acorde o su lírica implica una manera de atrapar el hechizo que ocurre en un escenario o en un estudio. Aun así, a diferencia de una grabación, al ilustrar una canción no solo se la registra, si no que se genera un acto de complicidad entre dos artistas, un hecho creativo que nutre una obra de arte y captura los sentires de dos mentes que se encuentran.
En estas páginas se puede ver qué ocurre cuando varias ilustradores e ilustradoras del mundo se alimentan de la música de agrupaciones y solistas ecuatorianos como Boris Vian, Da Pawn, Dynamo, Estella, La Madre Tirana, Letelefono, Lolabúm, Mauro Samaniego, Pan de Dulce y Pánico. Música ilustrada ecuatoriana presenta el resultado de esta colaboración entre estas dos disciplinas, los trazos de la música, el arte del arte.

Iván Mayorquín y Raúl Pardo
Grupo de Autoayuda de Dibujo