Aprendizaje y rendimiento académico
Es muy común en las instituciones educativas, que los docentes manifiesten diversas apreciaciones sobre el bajo rendimiento académico de los estudiantes. Las reflexiones y argumentos oscilan entre la falta de motivación e interés de los alumnos por sus carreras; sin embargo, rara vez se hace referencia a la falta de técnicas para estudiar o al inadecuado manejo de métodos de estudio, como la causa de estos problemas (Jaimes y Reyes, 2008, p.19).
Así comienza el debate que propone este libro, considerando las falencias que poseen los estudiantes, ya sean de grado como de posgrado, para alcanzar unos resultados académicos provenientes del nivel de aprovechamiento que obtienen, teniendo en cuenta sus aptitudes y posibilidades para cada materia.
Es menester considerar que, en este rendimiento, tal cual lo plantea Chadwick (1979), intervienen factores psicológicos de los estudiantes desarrollados mediante el proceso de enseñanza – aprendizaje, lo que les viabiliza acceder a una cota de maniobra y provechos académicos a lo largo de un periodo lectivo. La tendencia mayoritaria es a expresar en calificaciones numéricas finales los resultados alcanzados por los estudiantes. Sin embargo, otros tantos, hacen referencia a la transición vivida por el estudiante, es decir ubican el rendimiento en el proceso, sin perder de vista el interés en el resultado; pero, se inmiscuyen, fundamentalmente, en los logros que en el día a día va obteniendo el estudiante.
Precisamente, esta concepción es la que asumen los autores de este libro. Es por ello que tan fuerte arraigo presentan los aspectos de la memoria, lo cognitivo y el aprendizaje y sus diferentes tipologías.
El rendimiento académico se puede entender como el nivel de eficiencia alcanzado por el alumno en las diferentes tareas estudiantiles, producto de la exposición a un programa de aprendizaje, de acuerdo con el nivel educativo correspondiente. Es el resultado de un conjunto de acciones pedagógicas que el docente valora mediante indicadores e instrumentos, entre los se cuentan los exámenes orales y escritos, la participación en clase; la realización de tareas y de trabajos complementarios.
Es importante resaltar, respecto a las competencias cognitivas necesarias para el adecuado rendimiento, que factores como la capacidad de atención, análisis, síntesis, memoria, pensamiento global y relacional son básicos para que el estudiante pueda realizar actos de comprensión ante el aprendizaje que lo puedan conducir a procesos de autorreflexión, crítica y creatividad frente a él mismo y frente a los conocimientos presentes en su área de estudio. El rendimiento académico es resultante del complejo mundo que envuelve al estudiante, determinado por una serie de aspectos cotidianos: esfuerzo, capacidad de trabajo, intensidad de estudio, competencias, aptitud, personalidad, atención, motivación, memoria, medio relacional.
El deficiente desempeño académico tiende a estar vinculado a lo cognitivo, es decir a aquello relacionado al conocimiento. En tal sentido, se pueden citar la presencia de dificultad para concentrarse, sensación de confusión, fenómeno de la mente en blanco, distracción, preocupación por el desempeño, preocupación acerca de las consecuencias negativas de fallar y perfeccionismo.
Cabe destacar que estos aspectos no dependen de la inteligencia ni del coeficiente intelectual (aspectos ampliamente cuestionados en la actualidad), sino de factores propios de la personalidad. El estilo cognitivo es un término que utilizan hoy en día psicólogos y pedagogos, para referirse a las distintas formas de pensamiento que utilizan las personas para organizar y procesar la información que reciben del exterior.
Relacionando de nuevo los resultados de estudios anteriores, tal como lo plantean Gargallo y Suárez (2014), se corrobora que los estudiantes con mejor rendimiento universitario eran aquellos que poseían significativamente: mejores hábitos de estudio, mejores hábitos de conducta académica, mayor nivel de motivación intrínseca, menor grado de motivación instrumental, mayor nivel de satisfacción con el rendimiento y mayor nivel de satisfacción con el estudio en general.
Si bien un grupo de autores señalan que, aunque no se ha documentado claramente si la motivación hacia el estudio promueve en los estudiantes que entregan más tiempo y dedicación, posiblemente, les impulse a echar mano de mejores estrategias de aprendizaje y habilidades de estudio, reconociéndose el efecto positivo que ejerce en el desempeño académico.
La otra categoría que resulta esencial en el análisis del rendimiento académico es la referida a los estilos de aprendizaje, entendidos como “la tendencia relativamente estable, que muestran las personas a utilizar la misma estrategia en situaciones de aprendizaje” (Alonso y otros, 1999 citado por Fantini, 2008). Así, los individuos aprecian y alcanzan el conocimiento de forma diferente, asumen ideas, piensan y actúan de manera distinta. Además, estos tienen preferencias hacia unas determinadas estrategias cognitivas que les ayudan a dar significado a la nueva información, entre las que destacaría según Gentry (1999, citado por Alanis y Gutiérrez, 2011) las maneras particulares en que las personas piensan, organizan, interpretan y recopilan información.
Se entiende entonces que, atendiendo a las indicaciones apreciadas en muchas investigaciones acerca del tema, “…el aumento en el aprendizaje puede lograrse cuando la instrucción está diseñada tomando en cuenta los estilos de aprendizaje” (Brijaldo, 2014, p. 6). De manera que al tomar consciencia, tanto el educando como el educador, de las diversas preferencias en cuanto a estilos de aprendizaje, se generan estilos de enseñanza y de aprendizaje, adecuados por supuesto a lo que se enseña y aprende.
En otro orden de ideas, los autores de este texto han querido incorporar las aportaciones de la neuroeducación para el estudio del rendimiento académico y del aprendizaje. Entendiendo que se trata de una rama de la neurociencia en tanto estudio del sistema nervioso en sus distintas expresiones fenomenológicas, derivadas de las aportaciones de las ciencias humanas, biológicas, sociales y exactas con sus aspectos biológicos. Se pretende con ello reflejar lo que tributan este conjunto de ciencias “cuyo sujeto de investigación es el sistema nervioso con particular interés en cómo la actividad del cerebro se relaciona con la conducta y el aprendizaje” (Falco y Kuz, 2016, p. 44).
No obstante ofrecer un análisis teórico – conceptual sobre los temas básicos del libro, los autores van más allá al presentar un conjunto de herramientas metodológicas (justo para cumplir con las implicaciones de las neurociencias) que tienen que ver con la disposición que tienen los estudiantes ante el estudio y las técnicas de estudio que estos utilizan. Se incorporan aspectos de diagnóstico y recomendaciones a seguir para conseguir un estudio eficaz y eficiente tanto ello influya en los aprendizajes y resultados de aprendizaje.
Esperamos que la obra cumpla con su cometido de ofrecer a docentes y estudiantes universitarios una mejor comprensión del proceso de aprendizaje y de los resultados en cuanto a rendimiento académico se trata; así como disponer de herramientas metodológicas que permitan al estudiante determinar con qué técnicas de estudio cuenta, cuáles necesita y cómo puede aplicar aquellas en las que presenta dificultades. Esto a sabiendas de que del uso apropiado de tales técnicas dependerá el éxito académico, dado que es conocido que muchas veces la aplicación de unos hábitos incorrectos lleva a la frustración del alumno y a un mal rendimiento.
Los autores
Diciembre de 2017