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ISBN 978-9942-787-11-8

Nuevas Tendencias de la Administración

Autores:
Jiménez Romero, Sara Isabel
Calderón Quijije, Elizabeth
Abad Alvarado, Guillermo
Bernabé Argandoña, Lorena Carolina
Tejada Hinojosa, Pablo
Sarmiento Torres, Ingrid del Rosario
Galárraga Tobar, Sophía Bethzabel
Luque Letechi, Alex
Editorial:Mawil
Materia:Gerencia general
Clasificación:Teoría y filosofía económicas
Público objetivo:Enseñanza universitaria o superior
Publicado:2018-07-05
Número de edición:1
Número de páginas:118
Tamaño:14x21cm.
Encuadernación:Libro en otro formato
Soporte:Impreso
Idioma:Español

Reseña

Desde siempre se ha sabido reconocer en la teoría administrativa una inmensa capacidad de adaptabilidad, Sin embargo, la pregunta que más nos inquietaba durante nuestros largos procesos de reflexión tenía que ver con identificar aquello a lo cual se adaptaba la teoría. Fue allí, cuando entonces llegamos a la conclusión de que la complejidad era sin duda, el motor que impulsaba la evolución del ejercicio administrativo en la práctica y que nosotros los administradores cada día debíamos desarrollar mayores aptitudes y capacidades para vencer la incertidumbre.
Claro que esto es fácil decirlo y difícil hacerlo.
En consecuencia, comenzamos a revisar y estudiar de nuevo la escuela clásica y la escuela moderna de la administración para determinar, con que contaba el administrador desde un punto de vista metodológico, que le permitiera hacer frente a los cambios y la presión que ejercía el entorno sobre su actividad, nos sentimos inicialmente tranquilos porque verdaderamente tenemos a disposición una infinidad de mecanismos para que nuestras decisiones sean acertadas. No obstante, al profundizar en el análisis nos damos cuenta que, la traducción en lo concreto de la incertidumbre es, la presión y que, a fin de cuentas, ésta nos afecta directamente cuando tenemos que elegir cursos de acción que se adapten a las nuevas circunstancias del mercado, a las nuevas realidades empresariales y organizacionales del mundo moderno.
Toda presión, independientemente del tipo, se traduce una sola cosa: el manejo del tiempo. Hoy por hoy, los altos niveles directivos demandan de nosotros los administradores soluciones inmediatas, efectivas y que alcanzan resultados en el corto plazo, pero ¿Cómo podemos resolver esto con el caudal metodológico disponible? ¿cómo podemos darnos el lujo de replantear las rutas estratégicas cuando el tiempo es invaluable? La respuesta más satisfactoria que conseguimos fue esta: aprendiendo a escoger estratégicamente.
Así fue como conseguimos comprender la pertinencia que este método tiene para la administración contemporánea, porque realmente tanto estudiantes como profesionales en el Ecuador no hacen uso frecuente de esta herramienta típica de la planificación estratégica y que para nosotros puede representar una opción metodológica válida antes de plantear un curso de acción que luego necesariamente deberá ser replanteado.
La fortaleza del método de escogencia estratégica radica en que disminuye los márgenes de error del administrador y nos permite considerar con anticipación las ventajas y desventajas asociadas a cierto tipo de decisiones gerenciales, al poder establecer relaciones de conectividad entre focos de problemas mediante vínculos precisos.
Imaginemos por un segundo que los administradores desarrollen naturalmente una capacidad para escoger estratégicamente dentro de todo un abanico de opciones complejas, sabiamente. Sin duda, la presión ya no sería tan determinante, porque la certeza que haber considerado previamente las ventajas y desventajas asociadas a un curso de acción específico ya se han puesto sobre la mesa antes de direccionar, permitiéndonos contar con mayores niveles de confianza y por supuesto de asertividad en la fijación de estrategias y objetivos organizacionales.
En consecuencia, el manejo del estrés producido por la presión no recaería únicamente sobre aspectos de forma relacionados con el manejo individual o personal de situaciones, sino que comenzaría a solventarse desde perspectivas científicas ya existentes y comprobadas para otros campos distintos al nuestro, pero que sin duda podemos adaptar a nuestras necesidades.
En cómo manejar la presión como administradores subyace la génesis de este trabajo.
Estas, a fin de cuentas, fueron las ideas fundamentales que nos permitieron estructurar el libro. Espero de todo corazón que esta obra haya conseguido su objetivo.
Bienvenida sea entonces la crítica constructiva, así como las sugerencias, para que en el futuro el Ecuador pueda contar con una teoría administrativa que realmente sirva se adapte a sus necesidades más inmediatas. En el futuro cercano, sin duda estaremos más capacitados para el manejo de la presión administrativa.

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