Movimientos estudiantiles en América Latina y Ecuador
Aguirre, en los textos de este volumen, deja sentir la huella de su compromiso ideológico con la modificación estructural de la sociedad y, adicionalmente, nos evidencia su plena confianza –en este compromiso–, con el trajín de respuesta y protesta de los estudiantes frente al poder hegemónico y, por consiguiente, nos alecciona que su lucha –la de los jóvenes– ha expresado siempre una responsabilidad vital, lejos de todo devaneo.
El pensamiento, las ideas y la escritura –figuras en rotación llamaba a estas últimas el escritor mexicano Carlos Fuentes– en cada una de las páginas trazadas por Aguirre, rescatan el rol de los estudiantes en su tarea constante para favorecer un orden diferente al que les había tocado vivir; conjuntamente con todo lo anterior, queda plenamente demostrado que las luchas de las generaciones jóvenes respondieron siempre a la influencia de determinadas orientaciones del pensamiento y que por lo tanto no fueron –no podían ser– manifestaciones de simple voluntarismo o espontaneidad.
En la breve historia del movimiento estudiantil ecuatoriano que construyó Aguirre, los ciclos históricos –y el rol de los jóvenes- están formulados a partir de los componentes epistemológicos y metodológicos que la historiografía marxista ha marcado a propósito de reconocer el rol del movimiento social como “elemento resorte” y como “auxiliar” de las transformaciones; y en lo concerniente al siglo XX tanto las luchas de Córdoba y las que acaecieron en Cuba –que en su orden impulsaron la reforma universitaria y el triunfo de la revolución- constituyen los factores a partir de los cuales el autor de este volumen nos propone una visión comparativa, entre algunos países de la región, para que comprendamos como tales hitos repercutieron -y pueden repercutir- de manera indiscutible y categórica en la vida de nuestras sociedades.