Reseña

Los niños utilizan el lenguaje como una de tantas formas para comunicarse. Sabemos que a través de este mágico código expresan sus estados de ánimo y la forma cómo van descubriendo el mundo. Desde muy temprano, ya en el vientre materno los niños persiben sensaciones y sonidos los cuales serán sus herramientas para entender esa dimensión todavía desconocida. Crean así su propio mundo interior y establecen luego “contacto” a través de la comunicación decodificada con un “lenguaje propio” que inicia con un balbuceo, una palabra corta, hasta llegar a frases con gran significado, aún cuando sixtaticamente el lenguaje esté todavía proceso de construcción.

En el origen del habla, desde los dos años de edad específicamente, los niños comienzan a elaborar sus propias frases, y es a partir de esta etapa donde la narración les resulta más fluída, creando así su propias “historias”. En este sentido y remontándonos al pasado, se dice que la narración de historias, cuentos, leyendas, sagas, anécdotas, chistes similares, es una de las actividades expresivo-creadoras más antiguas de la historia humana.

Como curioso del lenguaje, no quise dejar pasar tan transcendente oportunidad narrativa que Dios me proponía a través de mis hijos. Por ello me dispuse a anotar (casi inmediatamente), cual cronista de la palabra, algunas frases que mis hijos pronunciaban desde su nacimiento hasta la edad de nueva años de Isabel y de siete de Andrés.
DAVID M. SEQUERA
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Fue todo un descubrimiento escuchar y dejar por escrito cómo ellos descubrían el universo humano de la palabra en el tiempo limitado de la Infancia que ya pronto se les quería escabullir.

Hubo momentos difíciles, sobre todo en la etapa de los “por qué” en la cual no sabía muchas veces la respuesta más asertiva. Luego descubrí que no siempre mis hijos esperaban una respuesta, solo trataban de dilusidar, cual “exploradores mayeuticos del lenguaje” una de tantas maneras de tratar de entender el extraño mundo que contemplaban.

_ ¿Por qué los
morrocoys
caminan lento papi? _Pregunta
Andrès. _ ¿Por qué las mariposas no suben hasta el cielo? _Continúa Isabel

Quede pues este libro como testimonio fotográfico de la palabra que narraron mis hijos en la tierna edad de la infancia que, aunque nunca volverá, ha dejado hermosos recuerdos que servirán de suave arroyo que les confortarán en los momentos en que obligatoriamente deban enfrentar las tormentas de la vida la cual estoy seguro que los llevarán a maravillosos mares lejanos por conquistar.

David M. Sequera 2019