Reseña

El corazón ha cautivado la curiosidad, la mente y la atención de la humanidad desde el principio de los tiempos. Para infinidad de pueblos y civilizaciones este órgano está revestido de magia y misterio, en muchísimos casos se le asocia a la divinidad o más bien a la presencia divina dentro del cuerpo.

Aunque en general las sociedades modernas han superado esta noción mística en torno al corazón, sin embargo sigue siendo entendido como el órgano “emocional” en el cual se alojarían los sentimientos de la especie humana, para algunos es también el alojamiento del alma; esto le da un carácter que supera sus propiedades orgánicas y fisiológicas y le da un papel preponderante en la vida de las personas, especialmente porque se supone que es el centro del “amor” el cual según muchas creencias es lo que nos distingue de los animales que actúan por mero instinto.

Cualquiera que sea el caso, más allá de verosimilitud de las creencias populares, lo cierto es que realmente el corazón ocupa un lugar central y primordial en nuestra vida; no sólo por su posición anatómica sino por su doble funcionalidad. El paradigma médico tradicional que hace coincidir el funcionamiento del cuerpo con el de una máquina (o más exactamente con un preciso y delicado mecanismo de acuerdo a la noción cartesiana) ha asociado al corazón con una “bomba”.

En efecto en el mecanismo humano el corazón sería un motor de bombeo, pero más allá de este mecanicismo el corazón goza de una particularidad especial de carácter eléctrico que sin duda es lo que le revistió de propiedades esotéricas hasta ser considerado órgano mágico para los antiguos seres humanos.

Los cada vez mayores y profundos avances en el conocimiento de la estructura y funcionalidad del corazón así como de todo el sistema cardiovascular han permitido no sólo entender mejor nuestro cuerpo y por ende nuestro propio funcionamiento como seres humanos sino que nos han llevado a prevenir la mortalidad por afecciones cardiovasculares.

Alargar la vida del corazón es alargar la vida de la humanidad, sin embargo paradójicamente ocurren dos situaciones: la primera está relacionada con el orden epidemiológico de la salud pública, donde las afecciones cardiovasculares crónicas producto del envejecimiento de la población y asociado a hábitos sociales de vida y consumo ocupan no sólo un porcentaje alto sino preponderante en la morbi-mortalidad de buena parte de la población mundial.

La segunda paradoja está relacionada a cómo el exagerado racionalismo de la ciencia en general y de la medicina en particular han “distanciado” al corazón de su tradicional y popular puesto de “centro” de nuestra “humanidad”. Ello implica por un lado una deshumanización del personal que atiende a los pacientes cardiovasculares pero por otro lado también implica una “desnaturalización” del ser humano como ente emotivo pasando a entenderlo exclusivamente como ente racional.

Esa excesiva racionalidad aleja al público del conocimiento que la cardiología puede ofrecer, un libro como el que estamos presentando y que los lectores tendrán la oportunidad de apreciar, es apenas una “introducción” que pueda abrir la entrada al conocimiento de la cardiología para quienes se inician en esta disciplina (dentro del ámbito médico-asistencial) sino que también es una herramienta extraordinaria para cualquiera interesado por el tema, ya sea paciente con alguna cardiopatía o simplemente tenga curiosidad y quiera ampliar su bagaje de conocimientos generales.