El árbol de caramelos
Relatos de dos hermanitos
Se dice que la narración de historias, cuentos, leyendas, sagas, anécdotas, chistes y sus similares, es una de las actividades expresivo-creadoras más antiguas de la historia humana. Esta habilidad, única en nuestra especie, comienza desde que comenzamos a existir. Todo este proceso de adquisición del lenguaje empieza ya en el vientre materno, desde allí, los futuros niños perciben sensaciones y sonidos, los cuales serán sus primeras herramientas para entender el mundo desconocido que los rodea.
Más tarde, específicamente a los dos años de edad, comienzan a elaborar sus propias frases, y mediante este mágico código empiezan a expresar sus estados de ánimo, sus descubrimientos, preguntas e ideas. Es a partir de esta etapa donde la narración les resulta más fluida, creando así sus propias “historias” y su propio mundo interior. Lo que inició con un balbuceo, una palabra incompleta, se torna en frases con gran significado, aún cuando sintácticamente el lenguaje esté todavía proceso de construcción. Es decir, ese “contacto” primero del niño desemboca en una comunicación decodificada con un “lenguaje propio”.