La vida se cura con la vida
Ciencia y espiritualidad
El lector tiene en sus manos un libro para el liberador proceso de la autocomprensión. Al respecto, nos presenta un mapa certero en relación a la experiencia de realización más allá del sufrimiento, el que es trascendido por el daimon, la vocación y la plenitud que entrega la vivencia amorosa, tan parecida, inenarrable y envolvente como la experiencia musical. El otro asunto recurrente en él, es interrogarse por la naturaleza de la felicidad y en qué consiste. Aquí, luego de explicar las dimensiones neurofisiológicas de ese cuarteto básico de hormonas intervinientes, lo vuelve a tratar desde la perspectiva existencial y desde la experiencia de la danza del amor. En dicho capítulo, el amor nos alerta con un aserto notable. Nos dice: “no necesitáis refugio; yo soy el refugio”.
Por tanto, aquí, en las páginas vibrantes e íntimas de “La vida se cura con la vida. Ciencia y espiritualidad”, el lector encontrará una muy confiable base neurocientífica para las experiencias que le inquietan, sean con su psiquis, con su corporalidad, y con todo lo vinculado a su desconcertante mundo anímico. Inevitablemente, el libro nos lleva a preguntarnos ¿quiénes somos y por qué existimos? Y en sus palabras de especialista, ¿cómo surge la naturaleza humana a partir de la materia física del cerebro?, que por lo demás es el Santo Grial, el gran misterio sin resolver de las neurociencias. Pero no sólo de ella, porque al interrogarse el Dr. Arroyo por lo que nos define como seres humanos, vuelve su obra también un texto filosófico. Porque ¿cómo no va ser reflexión filosófica de alta calidad espiritual párrafos como el siguiente?: “Al parecer el tiempo no es otra cosa que la creencia demente de que lo que ya pasó todavía está aquí y ahora. Y así mueres cada día para vivir otra vez, hasta que cruces la brecha entre el pasado y el presente entre la vida y la muerte; es precisamente esta la aventura más significativa de la vida. Tenemos que saber que el mayor acto de caridad es el conocimiento verdadero de los secretos del Cielo. Y en esta dimensión debemos transmitir estas experiencias como un acto sublime, pues el mayor logro espiritual es la conexión con el amor a la humanidad. Este mundo está herido, y podemos curarlo porque somos el teclado cósmico de Dios. Primero quiero recordar una cosa: a Dios no le vais a conocer con la lógica sino a través de la 'música del Amor'. La lógica es una herramienta demasiado corta, demasiado infantil para acceder a un conocimiento y esencia tan enorme como la de nuestro Arquitecto y Creador.”