Reseña

Desgarradura existencial que hace posible una alta expresión de la palabra para advertirnos el drama que a todos nos aqueja y del cual somos ajenos en esa inconsciencia, esa lejanía de que estamos arropados, tal vez por instinto vital, o porque de todas maneras se nos hace difícil convivir con la certeza del abismo que nos tienta en las noches y nos reinventa cada amanecer cuando el pájaro agorero anuncia de nuevo la locura del sol entre las ramas secas.
Celebro este libro, este hallazgo, este reencuentro entre dos seres de luz que constituyen el poeta Manuel Felipe Álvarez-Galeano y su ángel protector, la madre de luz que lo habita hoy y siempre, la que lo cuida, lo protege, Ella, la que nos hace posible hoy, en este instante santo, comulgar en la Alta palabra. Gratitud desde mi corazón oscuro de luz, siempre por este milagro de la poesía, la creación poética desde el sufrimiento revelador. Si, como dice Ezra Pound, «La prueba suprema aplicable a un libro es que, tras las palabras, percibamos el trabajo de una inteligencia poco usual…»; entonces, que en Colombia y toda Latinoamérica —para decir lo menos— no nos quepa ninguna duda de que nos hallamos frente a un Ser especial colmado de luz antigua, genésica, una inteligencia singular: el poeta el expiado, el reencontrado y su obra Bodas del fuego o la expiación del Ser por el Ser.
Hernando Guerra Tovar