La última linde
Un cura rural recorre el Evangelio
Ofrezco las homilías que fui componiendo —en un trabajo de taracea que duró muy largos años— cuando servía a la buena gente de los pueblos de la Castilla Vieja, primero como fraile en la Trasmiera cántabra y luego como párroco en la provincia de Burgos. Como uno lee y lee, nadie debería esperar en estas homilías demasiada originalidad —ninguna homilía realmente pronunciada, creo, lo pretende—; pero sí puedo testimoniar que, de veras, la buena gente de los pueblos las apreciaba.