La Lanzadera de los Tejedores Desplegada y la Rapidez de la Misma Explicada
Cuando las palabras son utilizadas para dibujar imágenes en nuestra mente tienen la capacidad de dejar una impresión capaz de hacernos reflexionar. La Biblia, que está llena de esas imágenes, en ciertos lugares las utiliza para mostrarnos la fragilidad de la vida humana y la necesidad de aprovechar nuestro tiempo para hacer lo que debemos en el tiempo que nos resta. A veces nos habla de la vida como un vapor (o neblina) que aparece por un poco de tiempo y luego desaparece (Stg. 4:14). Otras veces, como una flor que brota y se marchita, o una sombra que huye y no permanece (Job 14:2). Cada una de las figuras literarias que la Biblia utiliza para hablar de la vida del hombre después de la Caída tiene el propósito de quebrantar la inclinación natural de aferrarnos tanto a la vida que nos lleva a pensar que nuestro paso por la Tierra nunca se terminará y que nuestros seres queridos estarán con nosotros para siempre. Sin embargo, ¡cuán profundo es el dolor que se siente cuando aquello que consideramos permanente nos es arrebatado en un abrir y cerrar de ojos! La muerte es una realidad universal, aun para los creyentes. Por esa razón, la meta más importante no es negar la muerte o ignorar su realidad, sino enfrentarla con una esperanza bendita que nos mueva a vivir recordando nuestra temporalidad y la importancia que tienen cada hora y cada día de vida que el Señor nos regala.
Ese es precisamente el propósito de este tratado escrito por Robert Purnell, un bautista particular del siglo XVII, que de una manera pastoral se propone mover el corazón de sus lectores llevándolos a reflexionar en que no se debe aplazar el cumplimiento de las cosas que debemos hacer porque la vida es corta y los días de la vida pasan más veloces que la lanzadera de los tejedores (Job 7:6).
Tomado del Prólogo a la Traducción por Jorge A. Rodríguez Vega