Derecho a Morir con Dignidad
Principios Fundamentales
Desde el año 2003, fecha en la cual fue publicada mi predecesora obra Eutanasia: mitos y Realidades, muchos han sido los cambios conceptuales, doctrinarios, jurisprudenciales y legislativos que se han producido; a reserva de aquellos cambios de los juicios de valor personal que fortalecen la necesidad de la presentación de este nuevo texto y cuyo nombre obedece, en mi convicción personal, a una realidad contemporánea que va más allá de la simple denominación de eutanasia para establecer nuestro derecho a una muerte digna, en la forma en la cual presentaré las fundamentaciones de lo que, esta nueva acepción, conlleva y traduce en cada una de las más variadas situaciones.
Me propongo, como de costumbre, enfrentar los grandes mitos que se han erigido sobre la eutanasia, develando los grandes misterios y tabúes que se han construido, dolosa o culposamente, sobre el tema, pero que de la misma forma habían logrado su objetivo: excluir el tema de conversación de sus predios y ámbitos naturales; excluyendo, ad libitum, a todas aquellas personas a quienes corresponde realmente el derecho de esta lectura: la persona en situación de salud determinada quien sufre física, psíquica y moralmente.
Analizo, entre otros aspectos: el principio fundamental de la dignidad, los derechos humanos fundamentales correlativos, situación de salud, principios detractores (mitos y realidades), evolución histórica, y una propuesta legislativa personal que he consignado en la Asamblea Nacional.
Ya no hablamos, meramente, de eutanasia. Nos referimos al tema como el Derecho a Morir con Dignidad. Ya no hablamos de suicidio asistido, por lo peyorativo del impuesto (¿intencional?) nombre de suicidio. Simplemente nos referimos a la muerte asistida o a la muerte asistida por médico según el caso. Se menciona en los textos ingleses como MAID (medical assistance in dying) y que he uso como AMEM (Muerte Asistida en el Morir).
El Derecho a Morir con Dignidad me ofrece, en lo personal, en la individualidad de cada quien, una oportunidad del ejercicio de mi raciocinio y libre albedrío, ejercer mi principio de autonomía de voluntad y autodeterminación, según mis creencias y convicciones, y con el cual cada ser humano nace, dentro de la racionalidad y el poder creador y sin constreñir a nadie a involucrarse.
¿Puede acaso existir algo más bello y humano que un médico ayudándome a aliviar mí sufrimiento y ayudarme a encontrar mi Paz Profunda cuando ya, por enfermedad terminal, irreversible mi vida, sea indigna de continuarla, oprobiosa de sufrirla y/o me haya convertido en la irremediable sufrida y vejatoria carga de mis familiares y/o amigos?
Parafraseo las palabras de Ramón Sampedro a la hora de tomar su decisión:
¿Qué es para Uds. la dignidad?