Otra vez esa bestia marchita
El estilo depurado de Darío Jiménez nos sumerge en un viaje psicodélico por personajes inverosímiles en unos casos y demasiado cercanos, pero entrañables, en otros. Con sueños, ansiedades y conflictos tan bien hilados que las palabras se hacen verbo y el verbo cobra forma en la mente del lector.
Historias escritas con oficio, que nos embarcan en una psicodelia existencial e invitan a hurgar en la memoria, cuestionándonos si aquellas historias ya las habíamos vivido o si Rudoph el aguacate de piel sensible y espíritu errante; la mujer independiente y por este mismo hecho incomprendida y solitaria, junto a su fiel mascota Chachay; la etérea dama de los ojos verdes que cautiva con su risotto; o el personaje que vive en la eterna búsqueda de sentido a una existencia efímera y hedonista, son personajes de carne y hueso y si tal vez nosotros, los lectores, seamos solo otros personajes, los de una tragicomedia escrita por algún Dios caprichoso. (Fausto Ramos)