Obra Pictórica
El Artieda de ahora se suelta, enriquecido por sus estudios en Hamburgo y por sus propias experiencias y, como en el país germano, escoge el
informalismo y va hasta el tachismo, aunque no entra en el caos de Pollock.
Miren ustedes esos enmarcamientos rigurosos, esa permanente creación de
espacios geométricos, esa búsqueda de perspectivas, aunque no fueran sino
líneas geométricas necesarias para ‘un ordenamiento voluntarioso y orgánico’, según Manuel Esteban Mejía; y, luego, esa libérrima aplicación de la
mancha, furiosamente contrastante y repleta de círculos, rombos, ángulos,
signos, líneas y formas de grafías secretas. Es un desafío permanente la presencia que Artieda hace de símbolos no definidos que se extienden y organizan en esos espacios y en esas paletadas de tremenda riqueza cromática,
de colores puros, que aparecen superpuestas a fondos uniformes en los que
el artista ensaya matices y texturas de su propia creación, con relieves que
salen de los collages, de montajes inusitados logrados con aplastamientos
que requieren de relieves y texturas fuertes, elocuentes.
Filoteo Samaniego