Fiebre de carnaval
Ainhoa es una niña que detesta no saber nombrar las cosas, en ella habita un animal que quiere nombrarlas, que le quiere responder a su brillo desde las alturas del árbol de guayaba que se menea al escucharla. Una fiebre antigua es la que hace hablar a ese animal, que al igual que el carnaval, pertene al inicio y al fin del mundo simultáneamente. La poética de Yuliana Ortiz Ruano en su primera novela quiebra el ordenamiento colonial de los afectos y el tiempo, reivindicando el desvarío, nombrando al ñañerío, sabiéndose animal polifónico que no olvida la materia de la que está hecho y a la vez guarda consigo la voluntad gozosa de renacer cada día.