El bautismo en la Iglesia Primitiva
«En el siglo XVII, entre los puritanos que se habían separado de la Iglesia Anglicana, se dio un movimiento de vuelta a las Escrituras. Su deseo era conformar su doctrina y su práctica con la teología bíblica. Una de las preguntas que algunos de aquellos puritanos tuvieron que hacerse fue: ¿quiénes son los sujetos apropiados para el bautismo? Esto llevó a algunos al convencimiento, por la teología pactual bíblica, que los sujetos apropiados para la ordenanza del bautismo eran aquellos que profesaban haber sido salvados de sus pecados por la fe en el Señor Jesucristo. Fue así como surgieron los bautistas particulares en Inglaterra. Su fundamento, entonces, tanto para abandonar el bautismo de infantes que antes practicaron estando en la Iglesia Anglicana, como para defender el bautismo de creyentes, fue teológico. Sin embargo, hubo algunos bautistas que también quisieron defender esta posición con el argumento histórico. Hombres como Henry Danvers dedicaron muchas páginas en el siglo XVII a defender el bautismo de creyentes como la práctica común en la iglesia primitiva. De hecho, para hombres como Danvers el credobautismo representaba aquella institución primitiva en la comisión de Cristo y en los preceptos y prácticas de los Apóstoles. Es aquí donde esta obra de Stander y Louw viene a ser tan importante. No solo porque ambos son académicos altamente renombrados, sino también porque ambos pertenecieron a iglesias reformadas paidobautistas. En su estudio de la historia de la iglesia primitiva demuestran que el bautismo de creyentes era, realmente, la práctica común de los cristianos y las iglesias de los primeros tres siglos después de Cristo. Bajar al agua bautismal, concluyeron los autores, simbolizaba para la iglesia primitiva la participación del sujeto en la muerte de Cristo. La idea del bautismo de infantes no se empezaría a notar y desarrollar sino hasta finales del siglo III y principios del siglo siguiente, cuando se entendía el rito como algo sacramental que podía remitir los pecados, garantizar la entrada al Reino de los Cielos y otorgar un sinfín de bendiciones espirituales al participante, entre ellos, los infantes. A pesar de que el fundamento teológico debería ser suficiente para justificar a los bautistas, el argumento histórico viene a sustentar y fortalecer nuestra práctica. Esta es la razón de la importancia del trabajo realizado por estos dos académicos. También es la razón por la cual no solo los bautistas y nuestras iglesias, sino todo creyente, será grandemente bendecido al leer y meditar en los esfuerzos académicos expuestos en esta obra».
Eduardo Flores
Pastor de la Iglesia Bautista Reformada de Los Lagos {Heredia, Costa Rica} y miembro de la Junta Directiva de Legado Bautista Confesional