La disciplina positiva en la adquisición de normas de convivencia en niños de 4 a 5 años
Los niños están programados desde el nacimiento para conectarse con otros, y es evidente que aquellos que sienten un vínculo con su comunidad, familia y escuela tienen menos probabilidades de portarse mal. Para ser miembros exitosos y contribuyentes de la sociedad deben aprender las habilidades sociales y de vida necesarias. Por lo tanto, los padres necesitan orientación para utilizar estrategias efectivas y promulgar la disciplina positiva y adquisición de normas de convivencia en sus hijos.
Durante la fase del desarrollo de la primera infancia, los padres y educadores, a menudo, expresan una preocupación sobre el fomento de las habilidades de manejo emocional en los niños. La investigación evidencia que el desarrollo inadecuado de la autorregulación en esta etapa puede conducir a una disminución de los estándares académicos, falta de control de las emociones, menos competencias sociales, así como agresión relacional en las escuelas.
Los problemas de comportamiento infantil son importantes para la salud pública y el desarrollo humano, ya que son indicadores tempranos de problemas educativos, emocionales, sociales y posteriormente problemas económicos. Los diferentes factores que originan esta problemática a causa de falta de orientación en principios básicos para la disciplina positiva y normas de convivencia, causan una carga significativa para las familias y las sociedades, con consecuencias graves como violencia familiar, deserción escolar, conductas antisociales, actos delictivos y otras.
La disciplina positiva es una técnica que ayuda al desarrollo emocional e integral del niño desde los primeros años y a lo largo de su formación. Es fundamental considerar la crianza efectiva a través de reglas y rutinas consistentes, que mejoren lo holístico de la conducta desde la perspectiva positiva, en busca del beneficio anímico de los infantes
que se desarrolla con la interacción de los padres en su entorno habitual. Por esa razón se toma en consideración, y de manera fundamental, la coparticipación de docentes y padres de familia para el mejoramiento de aquellos patrones de convivencia que regulan la conducta deseable del niño en la sociedad.