Piedra blanca
En Piedra blanca, estamos frente a un ejercicio poético que trastoca lo diáfano de la memoria infantil:
la dulzura se expresa en la piedra y el cobijo en la ceniza. Aquí se trabaja con una memoria que es puro afuera: desasosiego de la planicie de la playa o el mar, de la página o de lo que ha dejado el fuego.