La democracia de masas y la lucha por la libertad
Mij. Lifschitz, pensador soviético pionero en el estudio de las ideas estéticas de Marx y Engels y cuya herencia teórica en su mayor parte se consagró a la defensa del arte clásico y el realismo socialista ante las destructivas tendencias modernistas, también dedicó varias páginas de su actividad publicística a los problemas políticos de su época.
Al lector le resultará curioso que un filósofo especializado en cuestiones del arte y estética se preocupe de problemas cotidianos y abandone el campo de lo “transcendental”, ya que la norma no escrita en nuestro medio es que el intelectual debe ser un pensador “crítico”, pero que siempre analiza los problemas sociales desde una atalaya sin nunca unirse a los partidos en lucha.
Los problemas tratados por Mij. Lifschitz en este libro son de inusitada actualidad. En los diversos artículos aquí reunidos el lector encontrará que muchas de las tesis “novedosas” de hoy, en realidad no lo son, sino que únicamente representan la continuación de esa vieja apología del mundo burgués aceptada a mediados del siglo XX por quienes ya no discutían sobre los horrores de la guerra, la criminal política de los monopolios y las guerras de rapiña, pues habían aceptado que en el mundo se libra una lucha entre los buenos y los malos (occidente contra oriente) y no la lucha entre poseedores y desposeídos, opresores y oprimidos, explotados y explotadores, la lucha del capital contra el trabajo.
Lifschitz al aguzar su pluma contra las diversas variantes de esta apología (sea el reformismo socialdemócrata, los doctrinarios neoliberales o la Iglesia Católica, sin olvidar a los vulgarizadores del marxismo) demostró su inquebrantable compromiso militante con la causa proletariado.