Reseña

Manos amigas nos entregaron unos poemas cubiertos ya de polvo del olvido y del tiempo. Poemas en los cuales aletea la ternura y la de esperanza. Una Elegía a los Andes evoca la desventura de los campesinos y la muerte de José, empeñado sin motivo en exigir pan y justicia.


Un canto a Dios, el gran desconocido, el creador del firmamento y de
los aleros de la noche y del alba de plumas y de la luz y las tinieblas. La
descripción de una batalla, el dolor de los hombres, la impavidez de la
naturaleza, la realidad siniestra de los cadáveres y de su abandono. La
mañana que mezcla la flor y los sueños y la muerte de la flor como la
existencia se termina en la noche definitiva para todos. El río que emociona al poeta y le pide encontrarle desde su nacimiento hasta cuando se aleja perdido en un bosque de pinos. mientras alguien hace un barco de papel.

Fernando Heredia, habitante de la tierra, huido de la vida hace algunos años es el autor de los poemas recogidos con amor por alguien que
no le olvida. Las montañas del Cajas, el páramo, el viento, la neblina y
la soledad que cae con un peso de siglos sobre el alma del viajero que
por allí pasa y que no regresará nunca. La música en las notas de un violín que juguetean en los cristales, crean espectros y sacuden la penumbra y la melancolía de la tarde. El canto a la mujer. el amor como necesidad vital y como realización inolvidable. Las cenizas de los recuerdos conmueven al corazón joven y le llevan a escribir sus vivencias sencillas y hermosas. La muerte, esa obsesión de todos y la visión certera de algo que ocurrirá inevitablemente y en todos sus detalles. Poesías entre la ternura y el desencanto, entre la exaltación de la juventud y el peso de la desesperanza.

MAURICIO BABILONIA

(tomado del diario EL MERCURIO. sección LA DANZA DE LAS HORAS, del 21 de septiembre de 1986)