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ISBN 978-9942-27-210-2

Lírica médica azuaya. Tomo V

Autor:Maldonado Aguilar, Aurelio Amadeo
Colaborador:Maldonado Aguilar, Aurelio Amadeo (Compilador)
Editorial:Universidad Católica de Cuenca
Materia:Poesía ecuatoriana
Clasificación:Poesía
Público objetivo:General
Publicado:2023-07-17
Número de edición:1
Número de páginas:0
Tamaño:25.7Mb
Soporte:Digital
Formato:Pdf (.pdf)
Idioma:Español

Reseña

TOMO V

Carlos Aguilar Vazquez (1897). En el tomo anterior hablé en extenso de este grande de la poética latinoamericana. Su producción es tan vasta que ocupa también buena parte de este volumen.

Manuel Ulpiano Arizaga (1897). No tiene gran producción, mas la que tiene es muy dulce y paladeable. Va terminando el siglo, pero aún tenemos una forma de verso de exquisita orfebrería. Mucho más el mérito, pues, además de las formas rigurosas de versificar, toman en cuenta las metáforas y los consejos y deberes que llaman a la lectura fácil y complacida. Arizaga en un poema “Rosas y espinas” dice: “Mientras todo solloza y termina/ de la vida fugaz mariposa,/ hallo en la hora que vivo una espina,/ sueño en la hora que viene una rosa”.

Emilio López Ortega (1900). Sabemos que escribió algo más, pero no pude encontrar mucho en los celajes del tiempo, que todo lo difumina y esconde, razón más que suficiente para que esta obra pretenda mantener nombres y escritos en el tiempo. Esa es la verdadera preocupación que tengo en este esfuerzo: “¡una página más hemos leído/ del tiempo en el libro inexorable;/ una página más que va al olvido/ con la pompa fatal de lo inmutable!”.

Agustín Cueva Tamariz (1903). Hombre de cultura y apegado al libro, mucho más por su profesión, es otro de los nombres que aseguro tendrá mayor producción.

Luis Ricardo Chacón Valdiviezo (1903). Empieza el siglo, fecha que no dejará nunca de ser melancólica y llena de aspiraciones y enmiendas. La medicina va convirtiéndose ya en ciencia de mucho estudio e importancia. El tiempo es factor invaluable, razón por la cual, en estas épocas, no existe una gran producción literaria. La mente estaba ocupada.

José Justino Espinoza (1906). Igualmente, Espinoza, con poca producción. Lo importante y lo ideal —al menos es lo que aspiro— que este sea un semillero que movilice voluntades y lograr nuevas publicaciones rescatadas del naufragio del olvido. Aspiro que descendientes se enteren y colaboren en el futuro empeño.

César Hermida Piedra (1912). Fui su amigo. Escritor de alma. Su hija, con el apoyo del Dr. J. Guillermo Aguilar Maldonado, lograron editar sus obras completas, incluyendo poesía, que aquí la transcribo en buena parte.

Emiliano Crespo Toral (1915) y su hermano Daniel Crespo Toral (1921). Con mucha mayor producción, perecen heredar el verso de su padre, Emiliano, presente también en esta colección.

Enrique Sánchez Orellana (1924). Poeta músico de mucho éxito, pues algunas de sus composiciones literarias y musicales son un verdadero himno de la morlaquía.

Leonardo Galarza Astudillo (1930). De producción relativamente pequeña. Intentaré recuperar más, que habrá seguramente.

Jaime Astudillo Quintanilla (1931). Con significativa producción, canta a la naturaleza y es un mariano convencido.

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