El Gran Padrino
Andersson Boscán y Mónica Velásquez, periodistas, fundadores del medio digital La Posta, rompen sus dos máximas del periodismo: relatar una historia sobre el narcotráfico y hacerlo en primera persona
Pero hay historias frente a las que vale la pena desafiar las premisas, incluso las personales. El Gran Padrino no es solo una crónica periodística sobre el caso de corrupción que llevó a juicio político al presidente, Guillermo Lasso (la primera vez en Ecuador en los últimos 90 años) y que terminó en la activación del mecanismo de Muerte Cruzada que anticipó las elecciones presidenciales, es también el relato sobre cómo la mafia albanesa se ha insertado de manera pública y sin disimulos en la institucionalidad nacional, aupada por operadores políticos y apadrinada por el cuñado del presidente, Danilo Carrera y su mejor amigo Rubén Cherres.
Es la historia de un periodismo de investigación que se adentra en las profundidades del mundo criminal; que establece una red de fuentes tan diversas cómo imprevisibles; que empieza por una corazonada que se convierte en más de 35 mil documentos, más de 150 entrevistas, más de 600 horas de grabaciones, que evidencian cómo los padrinos y sus ahijados han permeado cada centímetro de las empresas públicas.
Es el relato de un periodismo que sigue las pistas con una reportería transnacional; de un equipo de reporteros, que en promedio tienen 30 años, que optaron por contar la verdad aún a sabiendas de que serían amenazados y perseguidos. Es la obra que Andersson y Mónica han escrito desde el exilio, ese al que fueron condenados por hacer lo que hace el periodismo: incomodar al poder.