Reseña

La agricultura moderna se destaca por su alta productividad, estabilidad en la producción y rentabilidad a corto plazo. Sin embargo, esta depende en gran medida de recursos externos como energía, fertilizantes, agroquímicos, etc. Además, presenta una baja diversidad tanto en términos vegetales como de microorganismos, junto con una autonomía limitada y poca resiliencia ante perturbaciones o cambios en el entorno. Este enfoque tiene consecuencias ambientales graves, incluyendo la pérdida de nutrientes, la contaminación del suelo y agua, altas emisiones de gases de efecto invernadero, y un aumento en las emisiones de carbono y agua. La agricultura también se vuelve vulnerable al cambio climático global, especialmente debido a modificaciones en la distribución y cantidad de precipitaciones, afectando la disponibilidad de agua no solo en regiones de secano sino también en zonas de riego, generando más incertidumbre para la agricultura convencional.