Recuerdos y anécdotas de la vida real
Reinaldo Valarezo García pone en nuestras manos, su bitácora de viaje. Escudriña sus orígenes, su cordón umbilical rumbo al pasado. Rastrea sus genes familiares y busca en la urdimbre de sus tiempos primeros, lo que el recuerdo deja en la memoria, como cera líquida puesta a secar sobre el molde de su cerámica vital.
La vida infantil, las huellas como estudiante escolar, colegial y universitario, la profesión y academia. Sus viajes trashumantes. No faltan las muecas que nos hace la vida, cuando la enfermedad se cierne, a veces con sus túnicas pálidas y ese pardo olor a catástrofe.
El dulce y la sal siempre van servidas alternadas, en la mesa de la existencia. La felicidad viene marmoleada con betas de tristeza, parte ineludible que las pisadas dejan sobre el barro de la vida. Las plantas humanas del viñador, al trabajar con denuedo y arte, exprimen de la uva el néctar maravillante que se convertirá en vino.
Fascinante el viaje que el exrector de la Universidad Nacional de Loja emprende y nos lleva de la mano, por su pluma multicolor de recuerdos. Yo mismo, soy un colega académico y amigo que he admirado de Reinaldo –en una partecita muy pequeña de sus huellas– la sabiduría acumulada y el trabajo intelectual fáustico e inclonable, que su esplendorosa vida sigue destellando.
Quito, junio del 2018
Gustavo Vega