La investigación en la universidad ante el desafío de la revolución científico-técnica
Una de los elementos esenciales que definen a la modernidad, es la centralidad de la ciencia y la tecnología. En otras épocas, por supuesto, que ha habido saberes y técnicas que muchas veces sorprenden a los contemporáneos; como la ingeniería empleada por los antiguos egipcios, los conocimientos astronómicos de los Mayas, las armas de los viejos imperios chinos, etc.; pero nunca como a partir del siglo XVIII la modalidad científica del conocimiento ha tenido ese lugar rector, de garantía indiscutible y guía de la sociedad, como ahora.
Por supuesto, nuestra época moderna puede caracterizarse también por ser planetaria, por la imposición general en todo el globo de las mismas relaciones sociales básicas, caracterizadas por la propiedad privada, la búsqueda del lucro y la primacía militar, el trabajo asalariado, el intercambio mercantil, la producción industrial, la acumulación del capital, entre otros aspectos. Pero quizás nunca antes todos los aspectos económicos, políticos y culturales de una civilización, hayan sido tan moldeados por un tipo específico de conocimiento y de forma de ver el mundo como el que brinda la ciencia. Nunca antes el dominio de la Humanidad sobre su entorno ha llegado tan lejos como el que ahora alcanza gracias a desarrollos tecnológicos que pudieran haber sido tomadas por locuras o sueños en otros momentos históricos.