Monte de Venus
La montaña oculta un secreto, entre dos pilares corintios.
Al ingresar a aquel paraíso cóncavo, el tiempo deja de existir y el espacio se dobla como una hojalata al viento.
En el fondo se pierde el remordimiento mandibular y se gana el sudor ajeno del propio poro.
Es posible adentrarse, tan solo cuando la noche te ha abandonado como un padre y el alba aún no te ilumina las pestañas.
Te preguntarás en dónde te encuentras; y te darás cuenta de que estás en una morada aérea que te sedujo con graciosos movimientos de su lengua.
Ya no hay vuelta atrás.