Formación emocional en el aula como base para la resiliencia infantil
Hay niños que no necesitan más tareas, sino una mirada que los sostenga, una palabra que los devuelva al presente, un gesto que les diga sin hablar que están seguros; hay docentes que sienten cuando algo no está bien, aunque nadie lo diga, que comprenden que detrás de cada silencio o rebeldía hay emociones sin nombre pidiendo espacio. Este libro no ofrece fórmulas, propone caminos, invita a repensar el aula como un espacio emocionalmente intencionado, donde el aprendizaje no ocurre a pesar de las emociones, sino a través de ellas.
Desde un enfoque sensible pero firme, con herramientas tomadas de la programación neurolingüística y adaptadas al contexto educativo ecuatoriano, se construye una propuesta que respeta el sentir del docente, reconoce su carga emocional y le devuelve poder pedagógico sin sobrecargarlo, sin culpas, sin adornos innecesarios. No se trata de cambiarlo todo, sino de mirar distinto; de encontrar, en lo cotidiano, posibilidades reales para acompañar, contener y fortalecer, no solo a los estudiantes, también a quien enseña. Porque cuando un niño logra ser resiliente, muchas veces es porque un maestro ya lo fue primero.