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Reseña

Prólogo

La sabiduría popular está llena de intuiciones que en su mayoría resisten a su tiempo y a su contexto, pues nos sugieren comprensiones de la realidad más allá de sus circunstancias. En el contexto actual resulta  pertinente una reflexión científica sobre educación, innovación y tecnología. Se alude  al conocido dicho “nada nuevo hay bajo el sol”, expresión bastante conocida y muy usada entre nosotros para expresar que de alguna manera todo ya está dicho o hecho. No obstante, cuando la usamos también parece cierto que no estamos renunciando a la novedad o a la creatividad que siempre nos enseñan formas nuevas de abordar la realidad y sus distintos aspectos.

Un elemento común en el uso de esta expresión es que recurrimos a ella cuando estamos en situaciones en las que aquello que parecería totalmente nuevo, no es más que una forma un poco distinta de mostrarse o hacer algo que ya todos conocemos. Es, por un lado, una expresión que clama por reconocer y no olvidar que hay unas cosas, unos valores, unas comprensiones sobre la realidad, que siempre son y serán las mismas, aunque parecería que todo puede cambiar. Por otro lado, también es el reconocimiento de que lo novedoso de nuestro tiempo, lo extraño, lo que se nos aparece como totalmente diferente y nuevo, no es sino el resultado de todo lo que hasta ahora se ha investigado. Lo nuevo entraña lo viejo; lo nuevo lo es en cuanto tal en la medida en que conserva lo que ya fue y puede seguir siendo aun en un contexto diferente.

En medio de los desafíos que hoy tenemos que enfrentar como sociedad, sobre todo desde la academia y desde nuestros espacios y grupos de investigación, la sentencia de “nada nuevo hay bajo el sol” puede servirnos como un mantra capaz de devolvernos a lo verdaderamente fundamental. Muchos avances tecnológicos y todos los recursos que la innovación nos ofrece tienen el potencial de hacernos creer que estamos frente a la muerte de todo lo que hasta ahora ha sido, y a partir de hoy todo será distinto. Es lo que ocurre en los contextos educativos, donde algunos han llegado a sugerir que los profesores pronto ya no serán necesarios.   

Sin duda la nuestra es una época movediza, donde resulta muy difícil no perder de vista lo esencial. Allí es donde precisamente la academia y la investigación científica tienen que generar conocimientos orientadores, entre cuyos principales aportes está el de darnos las herramientas para proteger y cuidar lo fundamental de lo accesorio. ¿Qué es lo fundamental? En la publicación que ahora el lector tiene en sus manos, lo fundamental está a la base de las preocupaciones de las investigaciones cuyos resultados aquí se comparten. Sin pretender agotar los resultados de investigación aquí socializados, el principal aporte de esta obra en su conjunto es la capacidad que tiene de sumergirnos en las tensiones del mundo actual y sus avances tecnológicos en el marco de la preocupación por la humanización, lo que nos constituye profundamente.

Bella y fecunda contradicción a la que somos llevados por esta publicación: somos invitados a pensar un mundo cambiante y novedoso desde la certeza de que todo esto tiene que estar en sintonía con nuestro anhelo más profundo: humanizarnos. Así y sin más, los trabajos aquí publicados nos ponen de cara a la tarea más urgente, actual y acuciante que tiene la Universidad: humanizarnos.
Mgtr. Diego A. Jiménez Bosquez

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